Francisco Javier Gómez Galindo

Nacido en Tuluá, Valle del Cauca, Colombia el 7 de abril de 1952. Realizó estudios de Bellas Artes en Bogotá, de Arte Sacro, Filosofía en Medellín, Licenciado en Educación artística. Pintor, grabador, tallador y restaurador. Autor de obras de tendencia religiosa. Ha mostrado su obra en diferentes ciudades colombianas, participado en bienales de grabado en Puerto Rico. Ha organizado exposiciones para la Sala Palomestizo de la Casa de la Cultura en Tuluá. Actualmente es docente de Artes Plásticas en la Universidad Central del Valle, Colombia.



Coronación de María. Pintura al óleo, 1996.

Descripción: La Virgen María es coronada por dos ángeles, mientras el niño Jesús juega con una orquídea que ella le da y otro ángel le ofrece naranjas y orquídeas. Corresponde al quinto misterio glorioso de la fe católica. El paisaje circundante es tomado de la región vallecaucana (Colombia). Ha sido expuesta en varias oportunidades.


Manual de arte: Guía práctica del dibujo a lápiz y de la pintura al óleo, de Francisco Javier Gómez.

El 5 de Octubre de 2010 el artista plástico publicó el libro “Guía práctica del dibujo a lápiz y de la pintura al óleo”. Siendo éste el resultado de años de experiencia educativa con niños, jóvenes y adultos. Con estos ejercicios plantea paso a paso un aprendizaje de conceptos y técnicas artísticas.


Puedes encontrar más obras en: http://franciscojaviergomez.artelista.com

Equilibrio y armonía

Encuentro 2006 acrílico sobre tela 50 x 50 cm.

Si me preguntan sobre la obra de Carlos Arturo tendría que hablar del ser que es, pues he aprendido a ver el arte no como un objeto estético y representativo sino más bien aquel que nace con cada pensamiento; se debe conocer al artista, su investigación, el aporte a la comunidad, cuando enlacemos estas cualidades muy satisfactoriamente podemos atrevernos a ser críticos del resultado de un maestro...

Carlos Arturo cuando estaba pequeño anhelaba ser un gran pintor, viajar por el mundo, gozar de fama y riqueza; sus sueños de niño volaban cual Salvador... Fue así como atravesó impetuosamente las barreras que se formaron en el transcurrir de su edad, pues ser el menor de cinco hermanos que configuraron su ideal más íntimo y considerando que sus padres aún resuenan en la historia de Tuluá caracterizaban el ocaso de una ilusión aún no realizada y a medida que pasaban los años se excitaba más el espíritu de rebeldía en oposición a las reglas que apaciguaban la esencia de su ser.

Hoy, después de toda una odisea entre dos extremos: el conservador y tradicional de su herencia familiar y el exótico y atrevido mundo del arte, nuestro maestro en artes plásticas encuentra un punto coyuntural que enmarca su vida y obra.

Es así que viendo el arte desde diferentes ángulos, sigue teniendo su singularidad subjetiva que traspasa barreras y trasciende en períodos de evolución a través de las vivencias, percepciones e investigaciones de cada autor que talla poco apoco su rumbo, siendo el hilo de cordura entre su pensamiento y la manifestación plasmada del quehacer cotidiano.

Como artista ha madurado entre el ritmo del color que le han dado sentido y horizonte a su vida, experimentado el amor a lo estético, el deseo de igualar la belleza de la paz y lo natural hasta llegar al punto de su sobriedad que le dan equilibrio a su mundo espiritual, saboreando entre uno y otro maestro del arte hasta llegar al lugar justo de su plenitud y realización.

Admiro que se ha mantenido firme con sus pretensiones plásticas de construir en su ciudad natal conciencia, amor por el arte, enseñando que hay más de mil formas de sentirlo, que ser flexibles y consecuentes con lo que soñamos rompe esquemas, que no es tarea fácil enseñarle a la juventud y a la misma sociedad que expresarse a través de una técnica conlleva hacer parte de los ecos del patrimonio cultural.

Su familia es testigo fiel en el progreso de la carrera de este tulueño como también uno que otro afortunado que conozcamos su manera de pensar reconociéndolo como uno de esos pocos artistas que quedan por naturaleza, que su particular personalidad es su obra misma, que su investigación pictórica se refleja en su diario vivir, que así como nos perdemos en el infinito de sus pinturas él se desconecta cuando algo lo agobia. Que tal como su paciente letargo llena de pinceladas su lienzo así lo vemos lento para la ira, firme en sus decisiones y exacto para responder (suprematismo, abstracción y automatismo). Por eso no dejo de sorprenderme cuando escudriñando quién es Carlos Arturo me encuentro con obras realmente interesantes, sensibles, llenas de colores, de formas puras, de equilibrio y esteticidad atreviéndome a llamar su investigación artística como el "Equilibrio y armonía de los espacios reales, esencia de su forma de pensar la vida misma”.

Paola Valencia Baquero (Tuluá, 19 de junio de 2008).