Beatriz González desarrolla una obra en la que expresa el dolor causado
por la violencia y la muerte, también se ha interesado en la representación de
los íconos de la cultura popular colombiana.
“Los Suicidas del Sisga III”
"Es la que más me gusta y la
que más quiero de las tres, con esos colores fuertes y porque la tiene a ella
con un ramo de azucenas... Además, me recuerda a Marta Traba, que llegó a mi
estudio cuando le estaba dando unos toques y me dijo: "Pero no te vas a
quedar todo el tiempo haciendo Los
suicidas”. Fue un llamado ético para que no empezara a repetirme"(Beatriz
González)
"Los suicidas del Sisga" fue el punto de partida más evidente
de su carrera. A partir de este trabajo, “en
el cual se representaba una pareja cogida de la mano, sosteniendo un ramillete
de flores, fotografiándose antes de arrojarse al lago del Sisga” y que “en una carta de despedida explicaban que se
hallaban profundamente enamorados pero
que, debido a sus profundas convicciones
religiosas, habían preferido morir [ahogados]
a mancillar la pureza de la joven”, parodió sin cesar aspectos de la
vida iconográfica colombiana, usando las fuentes más diversas y originales.
Con “Los Suicidas del Sisga” Colombia
empezó a ser tema del arte colombiano: simplemente porque Colombia estaba ahí; sin
dramatismo, sin polémica, sin ostentación, sin ironía. No era un cuadro de
denuncia social: era un tema plástico.
Tomado de El Tiempo